jueves, 31 de julio de 2008

Althusser explica la reproducción de la producción de empoming

Es necesario renovar los medios de producción para que la producción sea  posible. Una formación social que no reproduzca las condiciones de producción al mismo tiempo que produce, no sobrevivirá siquiera un año. Por lo tanto, la condición final de la producción es la reproducción de las condiciones de producción.

Las evidencias ofrecidas por la mera producción e incluso de la simple práctica productiva se incorporan de tal modo a nuestra conciencia cotidiana que es sumamente difícil, por no decir casi imposible, elevarse hasta el punto de vista de la reproducción.

Partamos de que toda formación social depende de un modo de producción dominante, entonces podemos decir que el proceso de producción emplea las fuerzas productivas existentes en y bajo relaciones de producción definidas. Así, para existir, toda formación social, al mismo tiempo que produce debe reproducir las condiciones de su producción, esto es: las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes.

Ya está demostrado que no hay producción posible si no se asegura la reproducción de los medios de producción (condiciones materiales de la producción).

Pero la reproducción de las condiciones materiales de la producción no puede ser pensada a nivel micro (v.g. la empresa, no es allí donde se da en sus condiciones reales. El señor X, que produce telas de lana en su hilandería, debe “reproducir” su materia prima, sus máquinas, etc. Pero quien las produce para su producción no es él sino otros empresarios: el señor Y, un gran criador de ovejas de Australia; el señor Z, gran industrial metalúrgico, productor de máquinas-herramienta, etc., etc., quienes, para producir esos productos que condicionan la reproducción de las condiciones de producción del señor X, deben a su vez reproducir las condiciones de su propia producción, y así hasta el infinito: todo ello en tales proporciones que en el mercado la demanda de medios de producción (para la reproducción) pueda ser satisfecha por la oferta.

A todo lo expresado hay ahora que agregarle el factor humano, como decíamos lo que sucede en la empresa, la existencia del proceso material de la reproducción, es casi enteramente ineficaz, y esto por una sencilla razón: la reproducción de la fuerza de trabajo se opera, en lo esencial, fuera de la empresa y ¿cómo se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo?, dándole a la fuerza de trabajo el medio material para que se reproduzca: el salario. El salario figura en la contabilidad de la empresa, pero no como condición de la reproducción material de la fuerza de trabajo, sino como “capital mano de obra”. El salario representa solamente la parte del valor producido por el gasto de la fuerza de trabajo, indispensable para su reproducción; aclaremos, indispensable para reconstituir la fuerza de trabajo del asalariado (para vivienda, vestimenta y alimentación, en suma, para que esté en condiciones de volver a presentarse a la mañana siguiente a trabajar; más aún, brindarle al ahora asalariado lo indispensable para criar y educar a los niños y reproducir a su vez la futura mano de obra. Esto se conoce hoy como “salario mínimo vital y móvil”.

Pero, no basta con asegurar a la fuerza de trabajo las condiciones materiales de su reproducción para que se reproduzca como tal. Los trabajadores deben estar capacitados, ser competentes para el tipo de tarea; entonces a su vez debe procurarse la reproducción de la calificación por medio del sistema educativo y de otras instancias e instituciones. Este sistema educativo entonces permite aprender técnicas y conocimientos, y junto con estas habilidades las “reglas” del buen uso reglas de moral y de conciencia cívica y profesional, lo que significa en realidad reglas del respeto a la división social-técnica del trabajo y, en definitiva, reglas del orden establecido por quien domine a nivel estatal.

Llegamos así entonces desde la reproducción de las condiciones materiales de producción, pasamos por la reproducción de la fuerza de trabajo y ahora por la reproducción de su calificación y la reproducción de sumisión a las reglas del orden establecido. Esto último no es sino una reproducción de la sumisión a la ideología dominante. Todo esto, la escuela (y otras instituciones del Estado, como la Iglesia o el Ejército) enseña las “habilidades” bajo formas que aseguran el sometimiento a la ideología dominante o el dominio de su “práctica”, lo que conocemos como “la ideología”; de otra forma ninguna reproducción del sistema y sus partes sería viable.

Llegados a este punto Althusser expresa que esta “ideología” se reproducida a través de los aparatos ideológicos del Estado (AIE) conformados por: instituciones distintas y especializadas, iglesias, escuelas, familia, normas jurídicas, política, sindicatos y sistemas de información (radio, tv, cable, internet, etc.). La estructuración e implementación de la superestructura jurídico-política e ideológica es la respuesta a la cuestión de saber ¿cómo se asegura la reproducción de las relaciones de producción?.  Está asegurada por el ejercicio del poder de Estado en los aparatos propios del Estado (ámbito público) y por los aparatos ideológicos de Estado (ámbito privado). Todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren, concurren al mismo resultado: la reproducción de las relaciones de producción, es decir, las relaciones de explotación. Cada uno de ellos concurre a ese resultado de la manera que le es propia: el aparato político sometiendo a los individuos a la ideología política de Estado; el aparato de información atiborrando a todos los “ciudadanos” mediante la prensa, la radio, la televisión, con dosis diarias de nacionalismo, chauvinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Lo mismo sucede con el aparato cultural, el aparato religioso, etc..

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